Recuerdo que la primera vez que vi a Javi, tendría yo una semana, dos como mucho. No dejaba de sostener un aparato blanco en la mano, que emitía una luz cada vez que él apretaba un botón. Cuando vino a vivir conmigo descubrí que a ese aparato que él le dedicaba tanto tiempo le llamaban teléfono móvil. Como no sabía muy bien en que consistía este aparato, busqué en la wikipedia.
Tras varias horas indagando, me quedé horrorizado al descubrir que las ondas que producía podían ser cancerígenas. No podía dejar que Javi siguiese usando ese aparato, así que la primera vez que me quedé solo me puse manos a la obra para poner fin a aquella amenaza.
Tenía el teléfono encima de la cama, conectado a la pared con el cargador. Primero enfoqué mi misión en destruir aquello que daba energía al móvil de Javi. Pensé que si ponía fin a aquello que surtía al aparato de su fuerza para existir, Javi no podría seguir utilizándolo. Rompí el cargador en 6 trozos. Mi misión había finalizado. Javi no podría seguir utilizando aquel mortal aparato...
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